En la última entrada mensual pedía a alguna alma
caritativa que me pudiera dar trabajo este verano. Como si alguien se hubiera
puesto a trabajar en ese deseo, me llegó la oportunidad de estrenarme en el
mundo laboral. Era bastante extraño que tal y como están las cosas, me hubieran
buscado en casa para ofrecerme un empleo que obviamente no era tan bonito como
me lo pintaban.
Como soy una persona que le gusta sacar el lado
positivo de las cosas, me quedo con la solidaridad entre compañeros, buen
ambiente, risas, y es que al fin y al cabo todos buscamos el mismo objetivo,
ganar dinero para pagar las necesidades que cada uno tenemos. Pero como pasa la
mayoría de veces, las madres tienen razón, y eso que yo llevaba no era vida
para una persona.
Quien sirva para comercial adelante, pero no es mi
caso. Llámenme vago, frágil, poco resistente al esfuerzo físico, sin aguante,
como quieran, pero soy así. Yo no imagino mi vida con 40 años y trabajando
desde las 7:45 que salía de casa hasta las 23:00 de la noche que llegaba en la
mayoría de ocasiones. Aspiro a algo más que no sea llamar puertas sin
estabilidad, aunque ello suponga ganar menos de lo que ellos decían.
No persigo un trabajo con el que forrarme, sino que
me ayude a levantarme cada día sabiendo que encontraré premio pro hacer algo que
me gusta. El trabajo de comercial me ha servido para conocer gente maravillosa,
pero al fin y al cabo lo que hacía era intentar sacarles el dinero, y eso no me
hacía estar plenamente orgulloso. Si busco servir a la gente con mi honradez y
a ser posible dormir con una sonrisa.
Ahora toca volver a la universidad, a la rutina que
llevo desde que entré en el colegio allá por 1995. Presumiblemente este sea el
último año de estudio de mi vida, aunque puede que la vida me depare sorpresas.
Todo conduce a lo mismo, acabar en el paro hasta que pase el chaparrón de la
maldita crisis. Pero quien sabe, pelearé lo que haga falta por buscar eso que
tanta gente persigue, dinero para poder vivir.
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