No pudo ser, y lo que tanto ansiábamos que llegará tendrá que seguir esperando. Me he levantado con una actitud muy positiva, incluso sonriendo, lo estaba haciendo genial, pero falló el remate y volvimos a caer con una estupidez por estar faltos de concentración. ¿Lo peor? otra vez a levantarse, habíamos logrado lo más improbable, estar de buen ánimo los instantes posteriores. Pero ahora, cuando llega la hora de la siesta, me está viniendo el bajón de manera inesperada.
Solo la idea de volver a atravesar tres semanas torturándome la mente me da una pereza y me quita la sonrisa. Ahora más que nunca necesita el apoyo de los míos que me mantengan en pie, para que dado los momentos de menos ánimo, puedan hacerme olvidar el problema y recuperar la ilusión de vivir. Y es que mi vida se ha convertido en un debate constante entre fórmulas para sacar fuerzas de donde no hay, de ideas que nos alivien un dolor que se alarga mucho.
Lo días son monótonos, vuelve el miedo a salir a la calle, necesito cosas nuevas que me hagan ver la vida desde una perspectiva distinta, manteniendo las cosas buenas que no quiero que desaparezcan e introducir nuevos elementos que me hagan replantear cosas más positivas. La vida es renacer de tus cenizas cuando llegan momentos donde todo es negro, siempre disponemos de esa posibilidad que nos haga empezar de cero, levantarse, afrontar nuevos retos, cambiar las cosas.
Mi felicidad no puede seguir dependiendo de algo que me tortura y me quita la sonrisa. Mi felicidad y mi sonrisa han de ir juntas y siempre deben estar al alcance de la mano, queda prohibido que ese binomio caiga en manos de otra persona ajena. Yo, yo y solo yo, ¿es egoismo? tal vez, pero para ser feliz, uno debe ser egoista y entregarse a las cosas que le llenan. Quiero responsabilidades que me aparten del problema, que me hagan sentir útil día a día, no estar tumbado en el sofá viendo la vida pasar.
Necesito un trabajo, necesito personas en mi día a día que me distraigan, que me hablen, que me tiendan la mano al momento para que el dolor no llegue a hacer daño donde más duele. Toca renacer, toca renovarse, pero lo que está claro es que debo ser yo quien cambie los elementos, si dejo que sean los demás, mi felicidad estará en sus manos, y eso no, en esta senda de la dificultad ya nos hemos caído bastante, pero como aun queda camino por recorrer, seremos nosotros quien dirijamos la batuta.
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