26-10-2002. El amor a un deporte
A unos días de terminar Octubre, la hora ya se había adelantado para acercar la noche a nuestras tardes. Un sábado cualquiera, mis padres no están en casa porque se han ido a comprar y yo me he quedado con mi hermano en casa esperándoles para irnos luego a cenar fuera. Mi hermano se ha encerrado en su habitación y yo me quedo viendo la televisión, pero me aburro y me pongo a escuchar la radio. Sorpresa, están echando fútbol, juega el Valencia en casa contra el Athletic Club. Para integrarse en clase con los demás chicos, conviene saber de fútbol, yo no juego bien, de hecho me solían poner de portero porque soy muy patoso con el balón en los pies. En anteriores momentos ya me había picado la curiosidad de ver goles para luego comentarlos con los compañeros, ya se sabe que a esa edad se hace cualquier cosa con tal de no quedar discriminado.
Vi por ejemplo algunos minutos de un España-Irlanda en octavos de final del Mundial 2002 en Corea-Japón, pero los vi como aquel que mira algo en la televisión sin entender el funcionamiento. Poco después comprendí que la selección es capaz de aglutinar ante el televisor gente que el resto del año pasa olímpicamente del fútbol. Algo en mí empezaba a nacer, el sentimiento de que algo te llama la atención, algo que como antes tampoco me había interesado, desconocía de si me gustaba. Aquel sábado otoñal que ya empezaba a refrescar, me di cuenta de que me gustaba escuchar el fútbol por la radio y que desde aquel día vería los partidos con más asiduidad. Me puse la radio, una emisora que ni recuerdo cual era, solo se que estaban felices por el resultado del Valencia y un partidazo de Aimar. Sentía emoción al escuchar fútbol, era una pequeña dosis de adrenalina en un chaval de sexto de primaria poco acostumbrado a emociones fuertes.
Cuando llegaba a casa de mi abuela, recuerdo al Iaio dejar el Superdeporte por encima de la mesa o en el sofá, empezar a ver imágenes y leer los titulares. Después llegaban los sábados de fútbol televisado, mi padre ponía Canal 9 y si echaban al Valencia era perfecto, porque significaba vivirlo con intensidad. Hasta aquel día, el fútbol televisado era lo que me impedía ver programas que me gustaran, por eso no le tenía mucho aprecio hasta entonces. Ahora es al revés, él no quiere ver fútbol y yo lo tengo a todas horas. El primer partido que vi entero fue un Valencia-Betis que terminó con empate a uno. Poco a poco me iba introduciendo en la dinámica futbolera, hasta el punto de llegar a grabarme partidos para verlos durante la semana aunque ya supiera el resultado. Aquellas tardes sabatinas eran magníficas, en Punt 2 echaban a las 16:00 horas un encuentro de Segunda B, posteriormente a las 18:30 uno de segunda división y por la noche a las 22:00 la primera división. Por aquel entonces, la champions se jugaba a dos fases de grupos, la Real Sociedad era un líder imbatible y en segunda se gestó el mayor amor que he experimentado en mi vida.
A unos días de terminar Octubre, la hora ya se había adelantado para acercar la noche a nuestras tardes. Un sábado cualquiera, mis padres no están en casa porque se han ido a comprar y yo me he quedado con mi hermano en casa esperándoles para irnos luego a cenar fuera. Mi hermano se ha encerrado en su habitación y yo me quedo viendo la televisión, pero me aburro y me pongo a escuchar la radio. Sorpresa, están echando fútbol, juega el Valencia en casa contra el Athletic Club. Para integrarse en clase con los demás chicos, conviene saber de fútbol, yo no juego bien, de hecho me solían poner de portero porque soy muy patoso con el balón en los pies. En anteriores momentos ya me había picado la curiosidad de ver goles para luego comentarlos con los compañeros, ya se sabe que a esa edad se hace cualquier cosa con tal de no quedar discriminado.
Vi por ejemplo algunos minutos de un España-Irlanda en octavos de final del Mundial 2002 en Corea-Japón, pero los vi como aquel que mira algo en la televisión sin entender el funcionamiento. Poco después comprendí que la selección es capaz de aglutinar ante el televisor gente que el resto del año pasa olímpicamente del fútbol. Algo en mí empezaba a nacer, el sentimiento de que algo te llama la atención, algo que como antes tampoco me había interesado, desconocía de si me gustaba. Aquel sábado otoñal que ya empezaba a refrescar, me di cuenta de que me gustaba escuchar el fútbol por la radio y que desde aquel día vería los partidos con más asiduidad. Me puse la radio, una emisora que ni recuerdo cual era, solo se que estaban felices por el resultado del Valencia y un partidazo de Aimar. Sentía emoción al escuchar fútbol, era una pequeña dosis de adrenalina en un chaval de sexto de primaria poco acostumbrado a emociones fuertes.
Cuando llegaba a casa de mi abuela, recuerdo al Iaio dejar el Superdeporte por encima de la mesa o en el sofá, empezar a ver imágenes y leer los titulares. Después llegaban los sábados de fútbol televisado, mi padre ponía Canal 9 y si echaban al Valencia era perfecto, porque significaba vivirlo con intensidad. Hasta aquel día, el fútbol televisado era lo que me impedía ver programas que me gustaran, por eso no le tenía mucho aprecio hasta entonces. Ahora es al revés, él no quiere ver fútbol y yo lo tengo a todas horas. El primer partido que vi entero fue un Valencia-Betis que terminó con empate a uno. Poco a poco me iba introduciendo en la dinámica futbolera, hasta el punto de llegar a grabarme partidos para verlos durante la semana aunque ya supiera el resultado. Aquellas tardes sabatinas eran magníficas, en Punt 2 echaban a las 16:00 horas un encuentro de Segunda B, posteriormente a las 18:30 uno de segunda división y por la noche a las 22:00 la primera división. Por aquel entonces, la champions se jugaba a dos fases de grupos, la Real Sociedad era un líder imbatible y en segunda se gestó el mayor amor que he experimentado en mi vida.
24-11-2002. El amor a unos colores
Mi profesor Emilio nos ha ofrecido a mi y a mis compañeros pases para ir a ver el fútbol, un tal Levante que juega en segunda división. Se lo explique a mi padre, que sabe que me estoy aficionando al fútbol y dijo que bien, que era una buena excusa para pasar el rato juntos haciendo algo distinto a lo habitual. El profesor nos dio dos pases que no teníamos que pagar y nos servia para el resto de temporada. Llegó el día de estrenarlo, alguna vez había visto resúmenes de este modesto equipo azulgrana, por lo visto estaba bien clasificado en segunda, con opciones de subir y querían que la gente acudiera al estadio para hacer fuerza. En un horario raro, a las 12 de la mañana, fuimos los dos al estadio Ciudad de Valencia, donde nos visitaba el Albacete. Era la primera vez que iba a un estadio para ver fútbol en directo, esas imágenes quedarán siempre grabadas. El estadio era magnífico, con un buen ambiente y encima se vio un partidazo que acabó 2-2 con un gol nuestro en los últimos minutos.
Fardé durante la semana con los compañeros, algunos también habían ido, pero ellos estaban más acostumbrados y no les apasionaba tanto. A partir de aquel instante, todos los días que había que acudir eran festivos para mí, la emoción. Se gestó el amor, el idilio entre el Levante UD y ese chavalillo de poca experiencia en el fútbol que empezó a apasionarse a este deporte sufriendo con los granotas. Aquel equipo estaba dirigido por un tal Carlos García Cantarero y según mi memoria recuerdo que jugaban entre otros Vicente, Cristian Diaz, Descarga, Olias, Félix Carvallo, Félix Ettien, David Limones, Alberto Rivera, Amato, Congo, Limones, Jofre Mateu i la estrella, Pedja Mijatovic, que más bien acabó estrellado por su nulo rendimiento en el Ciutat. Aquel conjunto era importante en la categoría, uno de los habituales para Canal Plus en sus retransmisiones matinales. Finalmente no se logró el ascenso, pero ya se habían plantado las semillas de un futuro que nos iba a hacer grandes en los siguientes años y afortunadamente estuve allí para vivirlo.
Mi profesor Emilio nos ha ofrecido a mi y a mis compañeros pases para ir a ver el fútbol, un tal Levante que juega en segunda división. Se lo explique a mi padre, que sabe que me estoy aficionando al fútbol y dijo que bien, que era una buena excusa para pasar el rato juntos haciendo algo distinto a lo habitual. El profesor nos dio dos pases que no teníamos que pagar y nos servia para el resto de temporada. Llegó el día de estrenarlo, alguna vez había visto resúmenes de este modesto equipo azulgrana, por lo visto estaba bien clasificado en segunda, con opciones de subir y querían que la gente acudiera al estadio para hacer fuerza. En un horario raro, a las 12 de la mañana, fuimos los dos al estadio Ciudad de Valencia, donde nos visitaba el Albacete. Era la primera vez que iba a un estadio para ver fútbol en directo, esas imágenes quedarán siempre grabadas. El estadio era magnífico, con un buen ambiente y encima se vio un partidazo que acabó 2-2 con un gol nuestro en los últimos minutos.
Fardé durante la semana con los compañeros, algunos también habían ido, pero ellos estaban más acostumbrados y no les apasionaba tanto. A partir de aquel instante, todos los días que había que acudir eran festivos para mí, la emoción. Se gestó el amor, el idilio entre el Levante UD y ese chavalillo de poca experiencia en el fútbol que empezó a apasionarse a este deporte sufriendo con los granotas. Aquel equipo estaba dirigido por un tal Carlos García Cantarero y según mi memoria recuerdo que jugaban entre otros Vicente, Cristian Diaz, Descarga, Olias, Félix Carvallo, Félix Ettien, David Limones, Alberto Rivera, Amato, Congo, Limones, Jofre Mateu i la estrella, Pedja Mijatovic, que más bien acabó estrellado por su nulo rendimiento en el Ciutat. Aquel conjunto era importante en la categoría, uno de los habituales para Canal Plus en sus retransmisiones matinales. Finalmente no se logró el ascenso, pero ya se habían plantado las semillas de un futuro que nos iba a hacer grandes en los siguientes años y afortunadamente estuve allí para vivirlo.
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